miércoles, 12 de diciembre de 2007

TIRANT LO BLANC


Ilustración de Manuel Boix.


Tirante el Blanco (Tirant lo Blanch en su título original valenciano) es una novela caballeresca (la expresión es de Martí de Riquer) de finales del siglo XV, escrita en valenciano por Joanot Martorell y que se suponía concluida por Martí Joan de Galba —idea que aun no se descarta hoy, como reza el colofón—, publicada en Valencia en 1490.

Es uno de los libros más importantes de la literatura universal y la primera novela caballeresca impresa (anterior a la novela de caballerías Amadís de Gaula) en el ámbito peninsular.
La novela, con componentes autobiográficos del mismo autor, narra los amores y pendencias del caballero protagonista que le da su nombre con un estilo que combina un realismo directo y crudo con los ideales caballerescos de la época. El héroe se inicia participando en competiciones caballerescas en Inglaterra y prosigue sus aventuras en Francia y termina llegando a salvar al Imperio Bizantino, como megaduque del imperio, frente a los turcos otomanos y ser césar, tras lo cual muere por una infección respiratoria justo antes de casarse oficialmente con la heredera del imperio.

Algunas partes del Tirante tienen cierto paralelismo con la vida del almirante Roger de Flor, el líder de los almogávares, y que fue asesinado por los bizantinos. Se considera también la salvación de Constantinopla en este libro como un final alternativo a lo que realmente sucedió con la capital bizantina, tomada por los tropas otomanas del Sultán Fatih Mehmet II «El Conquistador» en 1453.
En contraposición con los libros de caballerías, aquí el amor es sensual en lugar de platónico, y en lugar de las inverosímiles proezas y asombrosas formas de vida de otros caballeros, el autor se recrea, no sin cierto sarcasmo, en los detalles cotidianos, y en aspectos más prosaicos, a menudo con maledicencia.

Es bastante extendida la opinión de que el estilo salpicado de notas humorísticas y socarronas de Tirante el Blanco ejerció fascinación y sugestión en Cervantes, lo cual se deja ver en la elaboración del Quixote. Ambos libros mantienen una actitud crítica frente a las inverosímiles novelas de caballerías tan en boga por aquella época.

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